Clase 12-03-2015 |
Después de mis primeros 10 días en la capital, sí, lo sé
suena como si viniera del campo o de un remoto pueblo desconocido por muchos en
el país, pero casi es así, los cuales han ido bastante mejor de lo que realmente
esperaba, al fin me ha tocado la clase titulada ‘Terapia Ocupacional y estrategias de intervención I’ o comúnmente llamada ETO, así enseñado por los mejores
compañeros de segundo, lo cual agradezco porque la verdad es mucho más corto que
decir cada vez todo el nombre, esta es la clase donde el principal objetivo es
desarrollar la imaginación y creatividad que deben tener los terapeutas
ocupacionales, además de poder expresarte libremente y desarrollar la confianza
en ti mismo y en las demás personas.
En esta clase fue cuando logré darme cuenta de cuánto
extrañaba poder ver los cerros, estrellas, cielos despejados todos los días y atardeceres
limpios, sin esa capa de smog que cada día se va poniendo mas y mas espesa y
que a pesar de estar en un 19 piso solo se ven edificios para cada lado que
mire, como lo podía hacer libremente en mi amada ciudad natal, la pequeña
Copiapó. Lo cual me tiene bastante sorprendida ya que generalmente todos los
que viven en Copiapó, y me sumo a ellos, miramos la ciudad y la encontramos
fea, fome, sin grandes atractivos modernos, ni árboles, que es una de las cosas
que más nos quejamos los copiapinos y ver solamente tierra por todos lados. Uno
no toma el verdadero valor que tienen todas estas cosas hasta que se está lejos
de ellas y ya no puede todos los días.
Por todo lo anteriormente nombrado lo primero que me ha
llegado a la mente cuando la profesora pidió dejar volar libremente nuestra imaginación,
elegir algunos de los materiales que ella nos estaba proporcionando y realizar
algo, lo que fuera que te representara a ti ya que no había que pensar, no habían
cosas buenas o malas, solo había que dejar actuar la espontaneidad en ti, fue intentar
pintar un atardecer mientras los cerros cambian de color dependiendo de los últimos rayos que el sol proporciona al
mundo le llegan, como ocurre constantemente en la carretera que une a Copiapó
con La serena, y obviamente no podía faltar el único árbol que hay en todo el
largo camino para complementar esta obra titulada ‘La magia del Norte’.
‘Para el hombre, como para el pájaro, el mundo ofrece muchos
sitios donde posarse, pero nidos solamente uno: su hogar’ ~ Oliver Wendell Holmes ~
Bien Copiapó, Bien !!!
ResponderBorrarErna